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www.ntrzacatecas.com
ZACATECAS,
ZAC.- Un mes y medio después de que aparecieran los primeros colgados en la
capital, el suceso se repitió este domingo, en vísperas del regreso a clases de
más de 480 mil estudiantes en todo el territorio estatal.
En aquella ocasión, se recogieron algunos
comentarios y testimonios que hablaban de la afrenta que representaba el hecho
de asesinar y colgar a sujetos presuntamente ligados con alguna banda
delincuencial, al amparo de la noche, y justo enfrente de Ciudad
Administrativa.
Pues ahora tampoco fue la excepción.
El asesinato y despliegue sistemático de los
cuerpos de delincuentes rivales resulta ser un hecho premeditado y
cuidadosamente planeado, suficientemente descarado como para llevarlo a cabo
“en las barbas” de la autoridad, que sigue brillando por su ausencia.
Más aún, en ésta, la segunda ocasión en que los
delincuentes hacen tal despliegue, elevaron también el grado de sofisticación,
pues en el lugar dejaron, además de un narcomensaje dirigido a la autoridad, un
par de memorias digitales, con supuestas evidencias e información para uso de
las autoridades.
¿Acaso pretende algún grupo delincuencial suplir
las funciones de inteligencia que la autoridad no lleva a cabo? ¿Por qué tendría
más información un grupo delictivo que el propio gobierno y sus áreas de
seguridad?
O en todo caso, ¿qué pasó con el área de
inteligencia que instauró esta administración?
No puede ser posible que el gobierno, con el enorme
despliegue de cámaras de seguridad, efectivos patrullando día y noche,
colaboraciones interinstitucionales y participación de policías municipales,
estatales, ministeriales y metropolitanos, no hubiera tenido información
suficiente para atrapar anticipadamente a los que resultaron colgados o a
quienes los colgaron.
El estupor provocado por ver dos cuerpos humanos
suspendidos de un puente peatonal solamente es comparable con el que provoca el
sentido de impotencia de cada vez más zacatecanos, quienes no perciben mejoría
en la seguridad pública.
Pues aunque las cifras digan –griten– que los
niveles de delitos en contra de la población han disminuido o que la mayor
parte de los muertos son miembros de bandas criminales, a la gente le queda la
percepción de que su entorno es peligroso.
No basta con decirle a las personas que no se
preocupen, que los muertos no son la “gente buena”, sino la “mala”.
El simple hecho de que un acto de barbarie como el
ocurrido la madrugada del domingo suceda en la mancha urbana es motivo más que
suficiente para que mucha gente refuerce la idea de que poco o nada se está
haciendo oficialmente para luchar contra esos delincuentes, de uno o de otro
bando.
Y es que la gente no es tonta. Cuando se entera de
la noticia inmediatamente calcula cuánto tiempo se tuvieron que tardar en
llevar a cabo su fechoría, en una vía sumamente transitada, a escasos metros de
una instalación vigilada como la central camionera… sin que llegara un solo
elemento de policía.
¿Qué deberemos esperar ahora, pues, los
zacatecanos? Ojalá veamos en los próximos tres años más y mejores políticas
públicas de seguridad en el estado. Más efectividad para garantizar la paz
social que se ve trastocada con cuerpos colgados, decapitados, ajusticiados en
casi todo el territorio estatal.
No importa que en este próximo Informe de Gobierno
no se diga. Lo que importa es que se haga y que se note.
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