24 de agosto de 2011

Los panistas son corruptos y no saben gobernar: OGR


Lo dijo veladamente en un comentario editorial en el programa Buenos Días Aguascalientes… 

·         Durante los 12 años que gobernó el PAN en Aguascalientes se incrementó la deuda pública, pese a que había más presupuesto federal 

AGUASCALIENTES, AGS.- Los panistas no saben gobernar ni tampoco administrar los presupuestos federales, además de que son muy corruptos.

Esto se lee entre líneas en un comentario editorial (público) que emitió el ex gobernador Otto Granados Roldán hace unos días y en el que lamentó que la deuda pública de Aguascalientes se haya incrementado notablemente durante los 12 años que gobernó la entidad el Partido Acción Nacional (PAN).

Granados Roldán no lo dijo tan claro con esas palabras, pero veladamente hizo sus críticas a dicho partido político y aventuró su próxima derrota en las elecciones presidenciales.

De entrada, en su comentario, el ex mandatario estatal comentó que “maltratar el dinero público en un país modesto y en estos tiempos, es literalmente ‘jugar con fuego’ y todos los actores políticos y de todos los partidos -lo que incluye desde luego a los legisladores federales por Aguascalientes-, debieron ser rematadamente serios y rigurosos en lo que van a hacer con el presupuesto del año próximo, que empieza a discutirse a partir del 8 de septiembre”.

Dijo que en los últimos 20 años el aumento de las participaciones fiscales y de las transferencias federales hacia los estados y municipios alcanzó un volumen inédito, pero las entidades siguen sin tener un desarrollo sustentable.

Por el contrario, aseguró, los han hecho (a los gobiernos) ser fuertemente dependientes de la Federación e incrementar el gasto corriente en alrededor de 150 por ciento desde 1990, también, alentando en consecuencia una voracidad galopante que sólo es posible saciar a través de nuevas inyecciones, es decir del crédito.

El resultado de este esquema es que la fragilidad de las finanzas públicas estatales puede ser a mediano plazo una ‘bomba de tiempo’, algo similar a lo que estalló en países de América del Sur en alguna otra época, agregó.

“Veamos por ejemplo el caso de Aguascalientes, en 1994, Aguascalientes debía 364 millones de pesos, en 1998 técnicamente debía 197 millones, pero como había en caja líquidos, en los bancos pues, más de 220 millones, la deuda efectiva era realmente cero”, apuntó.

Hoy, dijo, con las cifras de Hacienda, de junio de este año, la deuda total es de 2 mil 497 millones de pesos, desde 1998.

“Esto significa que la deuda creció 12 veces en Aguascalientes y el presupuesto 6 veces, pero la economía del Estado, sin embargo, no creció en proporción, ni en los empleos, ni las empresas, ni se redujo la pobreza en la misma proporción. Entonces la pregunta normal, la pregunta válida es, ¿cuál fue el reflejo de ese gasto?, la verdad es que ninguno, o dicho con más propiedad, se fue al ‘saco del desperdicio’ y de la corrupción de los 12 años anteriores” (en los que gobernaron Felipe González González y Luis Armando Reynoso Femat, ambos del PAN).

A nivel nacional, continuó Granados Roldán, hay una opacidad importante. En 1993, hablando del total nacional, la deuda de los estados y municipios era de casi 17 mil millones de pesos y a junio de este año es de 316 mil 704 millones de pesos, aunque no incluye otros pasivos contratados mediante complejos esquemas financieros con intermediarios no bancarios y ni deudas con proveedores de bienes y servicios, a los cuales normalmente los gobiernos no les pagan o tardan muchos meses en pagarles.

Abundó que “comparado el nivel de gasto estatal contra el crecimiento de las economías locales, pues no hay una correlación importante. Del 2005 a la fecha, 27 estados, entre ellos Aguascalientes, no registraron variaciones significativas en el aumento del Producto Interno Bruto (PIB), ni en su competitividad, a pesar de un mayor gasto público.

En otras palabras, dijo, en buena parte de los casos fue dinero tirado a la basura.

Para finalizar, el ex gobernador de Aguascalientes manifestó que “(el presupuesto federal) ha creado una ‘adicción’ entre la clientela política, que cuando inevitablemente deba ser recatado por la sencilla razón de que no hay para todos, ni alcanza para todos, entonces habrá problemas serios y sus efectos derivados: desencanto, pérdida de confianza en las autoridades, rechazo social y derrotas electorales. De tal manera que quienes tengan en sus manos el diseño de las políticas económicas, las decisiones de asignación presupuestal y sobre todo la facultad de su ejecución, deben considerar que el derroche de este recurso es una pésima opción”.

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